lunes, 7 de febrero de 2011

DESTRUIR AL ADVERSARIO CON AFIRMACIONES FALSAS, EL VIEJO RECURSO


La argucia es tan vieja que nos perderíamos en el tiempo si buscáramos el origen, pero al parecer sigue funcionando. Se trata de poner los ingredientes necesarios para crear el enfado, el enfrentamiento, el desencanto o la rabia contra nuestro adversario, muchas veces a través de la rumorología y, de este modo, tumbar al contrincante con el que debemos postularnos para alguna responsabilidad o cargo. Si el ardid funciona traemos a nuestro terreno a aquellos que creyeron ver una verdad en un repugnante engaño.
Este tipo de actitudes es más corriente de lo que pudiéramos pensar. Veamos un par de ejemplos:
Una señora, responsable de un partido político en la oposición, dice con absoluta tranquilidad que los miembros de su partido están siendo espiados y seguidos por el Gobierno o por miembros del partido en el poder. No aporta pruebas, nada en que basar su acusación, pero queda  dicho para quien lo quiera escuchar. No es rumorología malévola, pero es una falsedad dicha a los cuatro vientos.
En la ciudad de Castelldefels se construyen viviendas para ofrecer en alquiler a jóvenes o personas mayores a precios asequibles, con la condición de que los solicitantes estén empadronados durante los tres últimos años anteriores a la demanda de vivienda. La rumorología lanzada por algún contrincante del gobierno actual de la ciudad dice que en esas viviendas se van a instalar cuarenta familias desestructuradas que ningún otro municipio ha querido. Lanzado el bulo, se crea la alarma por lo que de gueto y peligro social supone.
Los que utilizan este tipo de agresiones son conscientes del daño que ocasionan, pero tanto les da, porque saben que sus palabras no tienen consecuencias de ningún tipo. Un viejo recurso  y unas malas artes que, por lo visto, funcionan.