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domingo, 13 de marzo de 2016

REFLEXIONES INCONEXAS

refugiados en la isla de Lesbos (Reuters)
Hace unos días el parlamento europeo aprobó una resolución de más que dudosa legalidad: devolver a los refugiados a Turquía a cambio de una cantidad de dinero para que el país pueda hacerse cargo de los mismos. Aparte de la duda de cómo van a ser devueltos a Turquía las personas que buscan refugio en Europa, nos hacemos la siguiente pregunta ¿No dicen los tratados internacionales que a los refugiados en busca de asilo político hay que ofrecerles garantías? ¿Cómo puede todo un parlamento europeo saltarse la legalidad vigente sin que se les caiga la cara de vergüenza? Como dijo una de las diputadas en la cámara, el consejo en el que se tomó esa decisión fue un consejo de la vergüenza en el que se rompió la legalidad internacional, la europea y los principios básicos de la ayuda humanitaria, poniendo fin al derecho a buscar y encontrar asilo. ¿tienen los gobiernos europeos la culpa de semejante decisión? Sí, pero no olvidemos que los ciudadanos europeos son los que empujan a sus gobiernos a tomar esas decisiones. Son los habitantes de Europa, y no solo los gobiernos, los que no quieren a los refugiados. Esta es la más cruda realidad. Escudarnos en los gobiernos no nos exime de culpa.

Se celebró en Valencia una manifestación multitudinaria para defender las fiesta de los toros, sí, eso mismo, los toros ¿Han oído hablar de alguna manifestación de valencianos para protestar por la corrupción que los ha asolado? Esta es otra cruda realidad

Escrito para LA VOZ DE CASTELLDEFELS

sábado, 8 de agosto de 2015

¿Por qué seguimos votando a los políticos corruptos?

Tres profesores de la Universidad Autónoma de Barcelona, Jordi MuñozEva Anduiza y Aina Gallego, han realizado una investigación sobre este fenómeno que no es exclusivo de nuestro país, pero que parece instalado entre nosotros de manera más profunda que en otros.
Según el estudio, tendemos a minimizar la corrupción si los que la cometen nos son afines. Así que, aunque creamos que todos estamos escandalizados por el asunto, y la encuesta del CIS así lo refleja por cuanto un 43,7 % lo señalan, parece que la cosa va por barrios. Es decir, si el que ha cometido la troplía es de nuestro barrio, lo vemos con cierta benevolencia, en cambio, si es de un barrio que no nos gusta pisar, la cosa se ve grave. 

No obstante, cuando la corrupción se nos aparece como algo grave y los que la cometen son de los nuestros lo que hacemos es abstenernos. Y debe de ser cierto porque ésta va in crescendo.
Según algunos estudios, si un alcalde es corrupto, pero se ha preocupado del bienestar de la población que dirige, se le perdona porque que venga otro sin mancha no garantiza que la población vaya a estar cuidada como la cuida el corrupto ¿penoso, no?
Si el partido político afectado niega los cargos, parece que también nos inclinamos a creer la versión mientras no se demuestre lo contrario. Tan penoso como lo anterior.
Así que con estos mimbres debemos tejer los cestos.  Confiemos en la cordura de la mayoría de ciudadanos y empecemos a desalojar de las instituciones a los corruptos, sean de donde sean.

(Los datos están extraídos de un artículo de Héctor G. Barnés en EL CONFIDENCIAL)
Escrito para LA VOZ DE CASTELLDEFELS