Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Foto África Lorente |
Hace un poco más de dos años me llamó la atención una persona que
entrevistaba la periodista Àngels Barceló. No lo conocía de nada, pero los
mensajes que lanzaba el entrevistado me sonaron bien. Explicó entonces que iba
de un lado para otro de España, con su vehículo, dando a conocer un proyecto
que creía renovador. Unos meses más adelante, aquella misma persona, empezó a
ser conocida como uno de los candidatos a secretario general del PSOE, Pedro
Sánchez Pérez-Castejón.
Contra todo pronóstico, porque sus otros dos contrincantes eran
más conocidos que él, sobre todo Madina, el que muchos daban por muerto ganó
las primarias en doce comunidades autónomas y con el 49% de los votos, convirtiéndose en secretario general.
En las pasadas elecciones generales las encuestas auguraban al
PSOE, con Pedro Sánchez como candidato, un tercer o cuarto lugar en los
resultados, de nuevo se daba por muerto al personaje. Si bien es cierto que
sacó los peores resultados de la historia, logró colocar a su partido en la
segunda posición, muy lejos de los malos augurios.
Seguimos: su partido organizaba un comité federal en el que se
esperaba que Sánchez fuera desautorizado a establecer algún tipo de pacto con
alguna determinada formación, lo que de entrada, si era elegido como candidato
a ocupar la Moncloa por el Rey Felipe VI, lo dejaba si no muerto, agonizante.
Ese veto no se produjo.
Ahora, cuando escribimos el artículo, y con el riesgo que supone
hacerlo sin saber el resultado de las negociaciones que empieza el ya designado
candidato a Presidente del Gobierno, algunos ya le han augurado el funeral.
Cómo saldrá o cómo ha salido de este último embate, no sabemos,
pero hay que reconocerle al personaje la capacidad de sobrevivir ante tanto
augurio de muerte, resista o no este último.
Escrito para LA VOZ DE CASTELLDEFELS