Comparar a los Mossos d’esquadra con la policía franquista es una arbitrariedad en la que incurren con demasiada frecuencia algunas personas que se autoproclaman progresistas, u otras que, inconscientemente, o de manera poco meditada forjan esa ofensiva comparación para el cuerpo policial de Catalunya.
En los pasados sucesos de la Universidad y las posteriores manifestaciones hubo personas que se excedieron en violencia, algunos estudiantes (si es que todos lo eran) que lanzaron elementos contundentes contra los agentes de la policía autonómica y, como consecuencia, se produjo la respuesta. No cuestiono la desmesura de los agentes; que hubiera determinadas acciones incorrectas e injustas, pero debemos poner en la balanza todos los elementos que contribuyeron al exceso.
Los estudiantes tienen todo el derecho a manifestarse, pero jamás por métodos violentos. La policía debe salvaguardar el orden, sin violencia gratuita. Ambas afirmaciones me parecen necesarias en una sociedad democrática y moderna. No resulta apropiado arremeter contra los mossos y contribuir a su descrédito día tras día porque con ello liquidamos el estado de derecho. Ellos están ahí para defendernos, para salvaguardar a la sociedad de los que no tienen escrúpulos. La democracia requiere mecanismos de defensa porque, lamentablemente, no todos somos respetuosos y cívicos. Si hemos de criticar algunas de sus acciones, hagámoslo, pero no adoptemos como cancioncilla recurrente el descrédito porque en ello nos va la salud democrática.