Efectivamente, señor Camps, la justicia dirá si ha habido despropósito y exageración, como usted indicaba ayer en la arenga dimisionaria con la que nos regaló los oídos en la tarde del 20 de julio. Quizás haya sido usted un mártir de la causa, pero no nos induzca a engaño, lo que se juzgará con el tiempo no es si a usted y algunos de sus allegados se les regalaron trajes y corbatas, sino si su gobierno autonómico sirvió para meter la mano a más de un desalmado. Usted dice poseer menos de lo que poseía, y hasta podemos creerlo, si exceptuamos el número de vestimenta y complementos, pero parece que algunos de los que con usted trabajaban se han ido con bastante más.
No obstante, como usted lo ha hecho por España, dése por bien dimitido.