Menos es más es (Lumen, 2009) el título del libro de Nicolás Ridoux en el que se nos introduce en la filosofía del decrecimiento. No es un crecimiento negativo, como pudiéramos pensar, tampoco una invitación a ponerlo todo patas arriba ni a darle la vuelta al mundo. No es un canto a la recesión o a la depresión.
El decrecimiento nos convoca a deshabituarnos de la adicción al crecimiento, a una cierta desconexión de la ideología productivista y a volcarnos más en el progreso humano y social, porque en un mundo con recursos limitados el crecimiento desaforado no puede ser infinito.
Si el crecimiento económico pretende mejorar las condiciones de vida de los desfavorecidos, sin tocar la renta de los más ricos por miedo a su reacción política, se hace necesario intervenir en ese crecimiento para redistribuir la riqueza. En ello debemos implicarnos todos y, en primer lugar, las instituciones, porque producción y progreso humano no siempre van de la mano.
El decrecimiento no es cosa solo de la economía. Se trata de devolver el protagonismo a la persona, procurar que las relaciones humanas sean más fluidas y encontrar en esa forma de desenvolvernos el equilibrio y el goce por las pequeñas cosas, los momentos con los amigos, con la familia, nuestros gustos y hobbies. Un desafío que pretende sustituir el consumo por el consumo por la estimulante tarea de acercarnos a los otros. Suplir el goce por la compra por el de los instantes felices de unas risas o incluso unos llantos con los demás.
Escrito para La voz de Castelldefels.
Escrito para La voz de Castelldefels.