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jueves, 14 de mayo de 2015

DIME, TE DIRÉ Y NOS DIREMOS

A mí, que entiendo las campañas electorales y que participo de ellas, me cansan todos los dimes diretes y te diré de las mismas.
Nuestro sistema democrático tiene buenos pilares, eso creo: el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial. En ellos nos basamos y en ellos debemos confiar, aunque hay veces que dudamos, no solo de uno de ellos, sino de todos.
Las personas con responsabilidad política se equivocan, pero también lo hacen las que tienen responsabilidad jurídica, porque ninguno de ellos posee la verdad. Cierto es que cuanto más concienzudos, más formados, más trabajadores y más honestos son los miembros de los tres poderes, mejores garantías democráticas tenemos.

Así, uno puede creer que un/una  político/ca se equivoca, humano es, pero siempre que pensemos que lo hace de buena fe estamos dispuestos a aceptar los errores. Otra cosa es que un político o un juez no sean personas dedicas al oficio con sentido del servicio a la comunidad o con sentido del trabajo, cuanto menos con desvergonzonería o corrupción. En una sociedad plural todo cabe: el error, el poco atino, todo menos la corrupción o el trabajo ineficaz. En eso se basa nuestra democracia, en personas que se toman su labor en serio, trabajan, se esfuerzan y ofrecen lo mejor de si mismos a la sociedad. En eso confiamos. En eso debemos seguir confiando. No hagamos caso a esos cantos derrotistas que nos dicen que el mundo está lleno de corruptos, la mayoría son personas que se esfuerzan. Agradezcámoslo votando.

Escrito para LA VOZ DE CASTELLDEFELS

miércoles, 15 de junio de 2011

El esplendor efímero


Haruki Murakami, que recibió el premio Catalunya el 9 de junio, hablaba de su pueblo, el japonés, refiriéndose a él como el que ama el esplendor efímero de los sakura (la flor del cerezo), las luciérnagas o las hojas de otoño y que, sobre todo, siente paz cuando esta belleza fugaz empieza a desvanecerse. En definitiva, un pueblo que disfruta del instante, por pequeño que sea.
Reflexiono sobre el esplendor efímero y me enfrento a una idea que ronda estos días por mi cabeza, la de los indignados que han llenado plazas o las de los que les han entendido y apoyado desde la distancia. Ellos han disfrutado del placer efímero de sentirse escuchados, aunque también fueron vilipendiados. De la actitud constructiva que muchos han mostrado y de las propuestas con sentido debemos tomar buena nota y creer que una sociedad más justa es posible. De aquellos que creen que impedir el desarrollo normal de las instituciones en un país democrático es revolucionario, en cambio, no debemos fiarnos, porque su esplendor efímero, el de impedir una sesión constitutiva de un ayuntamiento o una ordinaria del Parlament de Catalunya no es más que una agitación callejera y con esa actitud no se construye equidad sino desorden y el desorden solivianta los ánimos más escondidos, nada bueno para el conjunto de la ciudadanía.
Escrito para La voz de Castelldefels