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domingo, 6 de marzo de 2011

Al palco de las mujeres, no, gracias.



Me causó tristeza, sentimiento de vuelta atrás y cierto desasosiego ver, el pasado día cinco de marzo, un palco lleno de mujeres en el Nou camp. Tristeza porque las vi como corderitas recluidas en un redil, encerradas allí bajo el argumento de un presunto homenaje a las mujeres en ocasión de su día internacional. ¿Por qué los directivos de los clubs deportivos no hacen juntas ejecutivas aplicando el 60-40 % de presencia de mujeres y hombres? Triste favor, muy triste.
Sentimiento de vuelta atrás, porque vinieron a mi memoria aquellos días de Santa Águeda en que grupos de mujeres salían solas a cenar porque ese día, y para muchas solo ese día, les estaba permitido. Recuerdo cuántas veces tuve que aguantar malas caras al decir que me negaba a semejante pantomima. Llegaron a llamarme <>, y otros adjetivos, por no hacer piña con el resto de mujeres <>.
Desasosiego, porque en el palco había mujeres con alta responsabilidad en la vida política, cultural y deportiva de la sociedad catalana a las que he oído hablar a favor de los derechos de las mujeres, pero que se prestaron a ser vistas, fotografiadas y grabadas en el reducto para féminas que tan gran vergüenza nos ha causado a muchas.
Si el FCB quiere demostrar el respeto que le merecemos, que empiece por su propia casa dando ejemplo de lo que predica. No al palco para las mujeres durante un día, sí a la mitad de los asientos de la ejecutiva. Las mujeres les estaríamos mucho más agradecidas.
Escrito para La voz de Castelldefels

martes, 1 de marzo de 2011

CON LA MANO TENDIDA


 Las que, por fortuna, disfrutamos de una conciencia feminista tenemos una deuda con todas aquellas niñas y mujeres que viven o sobreviven en circunstancias adversas. Esa deuda intentamos saldarla cada día, aunque en el cumplimiento de nuestros sentimientos solidarios nos veamos desbordadas por los lacerantes hechos contra los que nos damos de bruces.
En la sociedad occidental en la que vivimos se nos considera privilegiadas. Lo somos si nos comparamos con las situaciones extremas de millones de mujeres alrededor del mundo. Aun así, como mujeres privilegiadas, seguimos sufriendo discriminación salarial, malos tratos, asesinatos, menores oportunidades en el trabajo, discriminación en el acceso a puestos directivos, ofensas por parte de algunos mal llamados periodistas, vejaciones y un largo etcétera de incomprensibles agresiones.
Por poner un contrapunto a esta situación, debemos valorar como extraordinario el papel de las mujeres en los movimientos que sacuden el mundo árabe. Las mujeres han tenido y siguen teniendo un papel trascendental en las revueltas de Túnez, Egipto, Argelia, aunque desconozco si en Bahrein y Yemen han tenido un papel tan preponderante. Esas mujeres, muchas de las cuales han dado su vida por la democracia y la libertad, deben ver correspondido el esfuerzo para que su rebeldía no sufra un retroceso. Ellas, otras que siguen bajo la opresión, y todas las mujeres necesitan de nuestra mano tendida para que unidas podamos avanzar, como le hemos venido haciendo desde hace tantísimos años.