El jurado del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia ha otorgado este galardón en su XXXIV edición a la periodista congoleña Caddy Adzuba por ser "un símbolo de la lucha pacífica contra la violencia que afecta a las mujeres"
La palabra es el arma de los humanos para aproximarse unos a otros. Ana María Matute.
viernes, 24 de octubre de 2014
domingo, 19 de octubre de 2014
DESDE EL ASALTO AL CIELO, SIN CONSENSO, A LA CENTRALIDAD.
El más destacado líder de PODEMOS dice, sin ruborizarse, "El cielo no se toma por consenso, sino por asalto". Como frase queda bien, hasta impacta, pero ¿qué nos quiere decir? algo así como yo tengo la verdad y hay que hacer lo que yo creo que hay que hacer, tenga vuestro consenso o no. Además de mesiánico, el mensaje suena a autoritario.
Este nuevo grupo político, que tiene el respetable respaldo de un millón y medio de votos en las pasadas elecciones europeas, parece imbuído de la razón absoluta y su reunión de este fin de semana en el pabellón de Vista Alegre de Madrid, la concentración del mayor número de demócratas del país. Imagen un tanto engañosa, desde mi punto de vista. Son más demócratas que nadie porque recogen las aportaciones de sus "afiliados" y las llevan a una asamblea general, una asamblea compuesta por individuos que se representan a sí mismos.
El partido socialista, con todos sus defectos, con episodios de corrupción que no voy a negar, pero con 135 años de historia, hace décadas que recoge antes de sus congresos la opinión de los afiliados en asambleas democráticas y se incorporan a los documentos congresuales por la votación mayoritaria de los representantes elegidos democráticamente en los territorios.
El partido socialista se define de izquierdas, y sus propuestas siempre van encaminadas a mejorar la situación de los más desfavorecidos y a equilibar la siempre desequilibrada sociedad.
Podemos, que quiere asaltar el cielo sin consenso, también desea borrar del mapa la definición de izquierdas y derechas, cosa en la que se asemejan a la derecha. Quiere conquistar el centro sin pasar ni por la izquierda ni por la derecha, sin definirse, vamos, y con ello arrastrar a todo el descontento del país, que es mucho, hacia posiciones pocos claras al respecto del respeto a la legalidad vigente.
Lamento decir que las llamadas a la desobediencia solo nos abocan a un precipicipio al que no creo que estemos preparados para saltar.
Dígannos en qué consiste su programa económico, digannos cuáles son sus propuestas sociales, digannos claramente cuál es su camino, al margen de tener uno o tres secretarios generales y en ese momento sabremos en qué parte del universo político están: derecha, centro o izquierda.
domingo, 12 de octubre de 2014
EL LINCHAMIENTO DEL DISIDENTE
Dirán
ustedes que son una minoría, que no representan a aquellos que pacificamente se
manifiestan y piden una consulta, pero los derroteros por los que algunas
personas, por llamarlas de algún modo, encaminan su ideología no puede recibir
otro nombre que fascismo. Hago referencia a los insultos que ha debido aguantar
Joaquim Brugué.
Pere
Ríos, periodista de EL PAÍS, hacía
una crónica de los hechos el pasado 8 de octubre: “Joaquim Brugué (Barcelona,
1963) dimitió el domingo como miembro de la comisión de control (la junta
electoral) que
vela por la consulta soberanista del 9 de noviembre al considerar que “no
ofrece condiciones democráticas”, según aseguró en Twitter. Empezó entonces “un
linchamiento”, que perduraba ayer, cuando escribió en su cuenta que “una
sociedad cruza una frontera cuando considera que el fin legitima los medios”.
En conversación telefónica con EL PAÍS, Brugué se ratifica en sus críticas
sobre cómo están gestionando el proceso las instituciones catalanas y los
partidos soberanistas, entre ellos, Iniciativa per Catalunya Verds, que le
propuso para esa comisión de control. “Llevan días escenificando para que no se diga que
no han ido hasta el final, pero saben que no habrá consulta”, explica”.
Brugué,
prestigioso catedrático de Ciencias políticas i sociología ha sido atacado y
“socialmente linchado” por el hecho de pensar que la consulta no tiene
garantías democráticas.
En
este orden de cosas, unos estudiantes independentistas, asaltaron la sede del
PSC de Les Corts, en Barcelona, e hicieron pintadas de un tono que también debe
recibir el calificativo de fascista.
Serán
una minoría, repito, pero algunos de los que piden “libertad” para votar no son
capaces de respetar la libertad de los otros para disentir de un proceso que
reune todos los requisitos de la ilegalidad y, por tanto, del no reconocimiento
del resultado.
Escrito para LA VOZ DE CASTELLDEFELS
Etiquetas:
consulta Catalunya,
El País,
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La voz de Castelldefels,
Pere Ríos
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