Los EE.UU. de América tienen una larga tradición en elecciones primarias. En las últimas del partido demócrata se enfrentaron Clinton y Obama, y ahora los dos pertenecen al mismo gobierno. A nosotros, poco duchos en esas lides, nos resultan un tanto extrañas. Cuando en 1999 el partido socialista realizó las primeras de la época actual, porque ya se celebraron otras durante la república, los otros partidos hablaron de cisma en el seno del PSOE. Ahora, tras las primarias en diferentes localidades y, sobre todo, las de Madrid, se sigue hablando de perdedores y cismas.
Es evidente que si uno apuesta por un candidato y pierde, la jugada no le ha salido demasiado bien, pero de ahí a dar por hecho que el que apostó y se equivocó está hundido, habría mucho que hablar. De ahí a decir que el PSOE se rompe, también hay un largo trecho.
Las primarias son un proceso de elección de candidato o candidata en la que los militantes de un partido (en este caso el socialista, que es el único en España que las contempla) expresan su voluntad sobre el que consideran el mejor. En sí mismas no son ni buenas ni malas. Si existe un candidato claro y único, no se celebran y si no lo hay, se procede. Por tanto, bienvenidas las primarias y que los candidatos elegidos cosechen las mejores siembras.
Sembrar procedimientos democráticos debería dar buenos resultados para la ciudadanía. Mejorar el desarrollo de la participación devuelve siempre ánimos para implicarse en ellos.
Escrito para La voz de Castelldefels