Cualquier gobierno democrático,
sea local, de la comunidad autónoma o estatal tiene derecho a cambiar los
nombres, pero en el cambio debe haber razones suficientes que convenzan a la
ciudadanía.
El ayuntamiento de Castelldefels ha decidido
aprovechar el cambio de ubicación de la biblioteca para hacer lo mismo con el
nombre de Ramón Fernández Jurado y en su lugar llamarla Central. Si Fdez.
Jurado no hubiera sido un demócrata o fuera una persona indeseable lo
entendería, pero él fue un ejemplo de integración en Catalunya, siendo de
origen andaluz llegó a ser profesor de catalán cuando las cosas no eran
fáciles, además de usar el castellano y el esperanto para comunicarse; era
poeta y narrador; fue un referente cultural en nuestra ciudad y en ella vivió los últimos años de
su vida.
Así que,
después de veintiséis años de biblioteca con el nombre de este ilustre ciudadano,
es difícil entender que se le quiera cambiar por el anodino de Central, que
evidentemente no molesta a nadie, pero sí perjudica la cultura de
Castelldefels.
Ruego al consistorio y a su alcalde en
primer lugar que reconsideren la decisión. No
andamos sobrados en el municipio
de personas con trayectoria intachable y que hayan
producido bienes culturales
para el disfrute de todos y que sean un referente en la ciudad.
Escrito para La voz de Castelldefels
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