Nadie discute la virtualidad de los nuevos partidos, así como no
es discutible sus aportaciones a una nueva manera de hacer en política, aunque
no todo el mérito les sea propio. Su irrupción en el panorama político ha
abocado a los ya existentes a demostrar que la nueva línea de acción política,
en cuanto a transparencia, también les atañe. Cierto es que en los partidos ya
existentes han emergido personas con las ideas bien claras de cómo se debe
proceder con honestidad.
Cada uno de nosotros es juez en el escrutinio de hasta qué punto
la transparencia, las nuevas maneras de hacer más acordes con la ciudadanía, se
han instalado o no en las formaciones políticas, sean de nuevo cuño o
existieran hace 136 años.
A la hora de emitir ese juicio no deben valernos argumentos como
viejo o nuevo, sino si lo que me proponen está de acuerdo con lo que considero
mejor para mi país o no.
En esta campaña electoral, como en todas las anteriores, por
desgracia, hubo personas que utilizaron la humillación para “atacar” al
contrincante y alguna otra, caso de la alcaldesa Colau, un insulto que más que
humillante fue indigno de quien ostenta tan alta representación: acusó a dos
partidos de ser asesinos. Me atrevo a decir que la alcaldesa debió tomar algo
fuerte aquel día (desconozco si sigue algún tratamiento médico que la hiciera
desvariar), para que emitiera semejante barbaridad. Lamentablemente le hemos
oído pocas propuestas y si ella representa una nueva manera de hacer política,
no es un ejemplo de cómo desmontar argumentos de los contrarios.
Hemos iniciado una renovada manera de hacer, pero, por favor, no
me humille ni me insulte.
Escrito para LA VOZ DE CASTELLDEFELS
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