viernes, 11 de noviembre de 2016

EL POPULISMO ARRASA CUANDO ESTAMOS DESESPERADOS



La victoria de Donald Trump ha causado estupor entre muchas personas, incluidos algunos norteamericanos que salieron a manifestarse al día siguiente de las elecciones (debieron de salir a la calle mucho antes si tanto les preocupaba la posible victoria de Trump). ¿Es un demérito de Hillary Clinton o mérito propio?
Las cualidades de Clinton son muchas, a pesar de su aparente carácter serio, fue una excelente secretaria de estado y probablemente hubiera sido una gran presidenta pero su mensaje no ha calado entre los electores. Esos electores son los mismos que votaron a Obama, así que decir de ellos que son machistas, pueblerinos, ignorantes es despreciarlos de una manera poco democrática. Algunos añaden que se necesitan más escuelas y mejor instrucción, pero el argumento es absolutamente despreciable. Cada uno de nosotros tiene la formación que tiene, de ahí a decir que los que no votan lo que nosotros votaríamos son una pandilla de incultos hay un largo trecho.
Desde mi punto de vista, cuando las personas están desesperadas el discurso populista triunfa. EE UU ha mejorado mucho la economía durante el mandato de Obama, pero las clases con menos recursos no han visto que esa mejora les alcance. Un Trump populista que promete parar la emigración (menos puestos de trabajo, según ese mismo argumento), bajar los impuestos (otro recurso que siempre usa la derecha, aunque a la hora de la verdad se bajan a los que más tienen) y otros argumentos del estilo han hecho que la mayoría de los norteamericanos depositen su confianza en el candidato del discurso populista.
Ha ocurrido en EE.UU, ha ocurrido en España y ocurre y ocurrirá en las próximas elecciones venideras. La crisis no ha acabado de abandonarnos y el populismo hace crecer los votos en los caladeros de los cabreados.

Escrito para LA VOZ DE CASTELLDEFELS

viernes, 14 de octubre de 2016

ME CONVIENE, LA USO. NO ME CONVIENE, ME LA SALTO

A cada cual puede parecerle mejor o peor ciertas cosas de la vida, que para gustos no hay disputas. A unos nos gusta la fabada y a otros la paella o las dos cosas a la vez, que también se puede. Nos apetece más ser del Barça o del Español o del Sporting de Gijón o del Oviedo. A este respecto nada nos lo impide porque son apetencias no legisladas. Ahora bien, si una ley, que es una cosa muy seria, establece cómo y cuándo podemos hacer las cosas, este es otro cantar.
A lo mejor me apetecería circular por la izquierda, como los británicos, pero resulta que nuestra ley dice que debemos hacerlo por la derecha. Si la desobedecemos, lo más probable es que produzcamos un choque y hasta muertos, por lo tanto,  debemos respetarla sí o sí.
Tal vez, en un arranque de locura, me apetecería coger sin pagar un abrigo de mi tienda preferida, pero la ley también dice que si lo hago existe una penalización, así que o desembolso el dinero o lo dejo en su lugar.
Pero hete aquí que ahora está de moda saltarse las leyes en este país,  algunos alardean de ello, y hasta los hay que rompen las sentencias judiciales delante de los curiosos y otros que aplauden diciendo: oletú, qué valiente.
También se da la paradoja de que entre los que se saltan las leyes y los tribunales establecidos los hay que recurren a ellos para que se les proteja, lo cual es cuanto menos desconcertante: si me conviene uso la ley y si no me conviene me la salto. Gran ejemplo de ciudadanía y de respeto a los mecanismos democráticos que entre todos y todas nos hemos otorgado.
Necesitamos un poco más de cordura, mucha más cintura y sobre todo diálogo, mucho diálogo.


Escrito para La Voz de Castelldefels

miércoles, 7 de septiembre de 2016

LA IZQUIERDA Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


La cadena SER ha despedido recientemente a un par de sus colaboradores, uno de ellos llevaba dieciocho años en una de sus tertulias. Toda empresa de comunicación está en su perfecto derecho de contratar a las personas que considera idóneas y de despedir de igual modo a quien no representa sus intereses. Sobre esta cuestión no tenemos nada que objetar. Otra cuestión es que la izquierda se está quedando sin medios que ejerzan el equilibrio necesario en la opinión pública.
Es alarmante que los cuatro diarios más leídos de este país titulen de igual manera sus cabeceras ante la pérdida de la votación de Mariano Rajoy como candidato a Presidente y culpen a Sánchez por ello. Es del todo extraño en el mundo de la política que la cabecera de los diarios la ocupe el primer partido de la oposición y no el candidato que pierde la votación. Este es solo un ejemplo del desequilibrio mediático que padece el país.
Como comentaba Manuel Rico en un artículo publicado tras su despido de la cadena radiofónica  la situación mediática es la siguiente: en un lado están las principales cadenas públicas y privadas de televisión, casi todas las radios, el 90% de los periódicos nacionales y provinciales y un sinfín de medios nativos digitales, desde los que están bien hechos hasta los que son bazofia empaquetada en formato de periódico. Y en el otro lado hay cuatro programas de tele en La Sexta y Cuatro, tres de radio y un puñado de medios digitales, la mayoría de ellos pequeños y con serias dificultades para alcanzar el equilibrio financiero”.

Este panorama deja sin voz a la izquierda y, sin duda, repercute en las opiniones que la ciudadanía recibe, e inclina la balanza hacia la derecha que es quien copa los medios de comunicación. La situación no es buena para el país porque todo aquello que no puede ser criticado o valorado desde un punto de vista diferente tiende a corromperse o convertirse en impune.


Escrito para LA VOZ DE CASTELLDEFELS

domingo, 3 de julio de 2016

¡SOMOS EL 48%!

Pasaron nueve días del referéndum sobre la permanencia o la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y en decenas de ciudades de aquel país se han producido manifestaciones pidiendo la permanencia bajo el lema “¡Somos el 48%!”. Las manifestaciones eran encabezadas por jóvenes de manera mayoritaria.
Sabemos que el 70% de los jóvenes estaban a favor de la permanencia, y se ha dado la paradoja de que los mayores han hipotecado su futuro decantándose por la salida.
Estas manifestaciones también sirvieron para denunciar el escandaloso cúmulo de mentiras que fueron utilizadas durante la campaña tanto por Nigel Farage, líder del UKIP, como por Boris Johnson, miembro del partido conservador, el mismo que el del primer ministro Cameron, que abocó de manera demagógica a su país a un referéndum hecho a toda prisa para salvar su propio “pellejo”.
Farage utilizó de manera prolija el argumento de que salirse de la UE suponía poder dedicar trescientos cincuenta millones de liras a la educación y la sanidad y a solo seis horas de saberse el resultado dijo que era un argumento falso.
Igual de falso que éste se reconoció el de que salir de la Unión Europea supondría parar la llegada de emigrantes. Un argumento que ha destapado la xenofobia en no pocos ciudadanos. Y oír a una ecuatoriana en televisión decir que votaría la salida porque llegaban demasiados emigrantes y a un ciudadano español manifestarse en el mismo sentido no solo chirría, sino que produce verdadero vértigo.

Farage y Johnson mintieron, pero no les pasará absolutamente nada. Los que creyeron sus argumentos pagarán las consecuencias de la salida. En definitiva también se pone sobre la mesa lo que supone votar sin medir las consecuencias de lo que votamos, legítimamente, desde luego, pero lamentable cuando se vislumbra la ausencia de una marcha atrás.

Escrito para LA VOZ DE CASTELLDEFELS