martes, 10 de marzo de 2009

BARBIE, CINCUENTA AÑOS


La famosa muñeca ha llegado a su edad de oro y confieso que me produce un sentimiento contradictorio: nunca me gustó su aspecto aunque reconozco su triunfo. En ella veía a una mujer casi imposible, todo belleza, esbeltez, atractivo inconfesable y esas características no cuadraban mucho con la gran mayoría de mujeres: curvas más redondas, melenas menos llamativas y estructura corporal que en nada se parecía a la tan preciada muñeca.

Jamás tuve una de ellas (me conformé con la versión española de la <> a los doce años, en plena pubertad) y podría ser que por estarme vetada su posesión (cuestiones económicas) mi animadversión hacia el personaje viniera de una frustración infantil.

Parece que entre las niñas pequeñas su triunfo es innegable porque quieren jugar a ser mayores, seguramente cierto. Ha corrido mucha tinta sobre Barbie e incluso una historiadora, Miriam Forman-Brunell dice: <> ¡Vaya, aquí algunas cosas no me cuadran! Feminista y femenina sí, de acuerdo ¿Objeto y sujeto? Pues no, objeto nunca ¿Dependencia e independencia? Tampoco, independencia siempre.

Aunque pueda estar equivocada, nunca le vi ese aire independiente ni activo y por esa razón mi hija nunca tuvo una Barbie (tal vez no me lo perdone jamás), en cambio mi nieta si recibió de los Reyes-abuelos una. Contradicciones de la vida, querida Barbie.

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