La situación económica de nuestro país, y de otros, sigue por caminos poco halagüeños. El paro cercena los cimientos de muchas familias con alguno o varios de sus miembros en situación desesperada, entre ellos muchos jóvenes y mayores de 45 años.
Esta constatación tan obvia viene a cuento de que algunos ciudadanos consideran que la culpa es del gobierno, y es lógico que así sea. No podemos decir aquello de “ a reclamar al maestro armero”. ¿A quién van a reclamar los ciudadanos sino al gobierno? En este sentido, parece que el consenso social empieza su rodadura por buen camino. Gobierno y agentes sociales, patronal y sindicatos, han tenido una primera reunión que, a razón de las palabras expresadas en público, auguran un entendimiento necesario para la competitividad de nuestra economía y para la absorción de trabajadores en las empresas.
La oposición se apresta a decir que no ve en el documento presentado por el gobierno ningún atisbo de mejora, pero los ciudadanos de a pie tampoco hemos oído por parte de ellos ni una sola propuesta que se encamine en el sentido que todos deseamos.
La mayoría de países han conseguido que gobierno y oposición se pongan de acuerdo en cómo abordar esta terrible crisis mundial. Aquí, al grito de todo vale, no sabemos encontrar esa mano tendida de la oposición para superar la crisis, al ejemplo de lo que ocurrió cuando el país más lo necesitaba, en nuestra transición de la dictadura a la democracia.
En los momentos difíciles hay que hacer piña y no aprovechar el desastre para acaparar los votos del descontento. ¿Dónde están las propuestas del PP para sacarnos del agujero y dónde el espíritu de la transición?