Érase una vez un personaje tan mezquino e insignificante que pensó que
se haría grande echando mierda sobre el ventilador. Cogió el cubo lleno de sus
propios excrementos y pensó (no mucho, porque
su capacidad era limitada) ¿a quién puedo tirar el cubo de mierda? Ah,
ya sé, al que más años ha estado al frente de esta empresa.
Al individuo en cuestión, al que le gustaba la fiesta y el jolgorio, el
folleteo fácil, la noche sin desenfreno (dos mujeres y una hija abamdonadas en
pocos años), las aduladoras “chupapollas”, se dijo: ¡ya lo tengo! voy contra
éste, así yo me convertiré en EL JUSTICIERO. Y cogió el cubo de mierda y lo
tiró sobre el ventilador. Convenció a unos cuantos, que hablaron del enemigo inventado como el corrupto, pero
no convenció a la mayoría, porque hay personas que no se dejan engañar con
facilidad.
El mequetrefe siguió echando mierda sobre el ventilador a sabiendas de
que era un infundio basado en un anónimo del que, lógicamente, nadie conocía su
origen, y siguió haciéndolo a pesar de que sabia que al que él agredía se batía
entre la vida y la muerte.
El mequetrefe, el follador, el vividor, tendrá su merecido muy pronto
porque el pueblo es sabio y hace justicia.
Nota: Este escrito es una fabulación, si alguien se sintiere
identificado debe saber que es cosa suya y que todo parecido con la realidad es
producto de la imaginación del lector o lectora.