Nos ha dejado Zygmunt Bauman, filósofo, sociólogo y ensayista
polaco. Algunos lo conocerán desde hace mucho, otros no habrán oído hablar de
él, yo reconozco que lo conocí cuando le dieron el Premio Príncipe de Asturias
de comunicación y humanidades en 2010.
Me llamó la atención su teoría de la sociedad líquida o la
modernidad líquida, aquella vida que se caracteriza por no mantener un rumbo
determinado ya que al ser líquida no conserva la forma. Esa “fluidez” hace que
nuestras vidas no sean estables, que estén sometidas a un constante vaivén. Del
mismo modo, la liquidez de la sociedad se palpa en el constante cambio al que
estamos sometidos y a nuestra prisa por no perder el tren de lo que acontece de
nuevo, a nuestra ansia de permanecer atentos a todos los cambios continuos a
los que nos vemos sometidos. Es así que, como dijo Bauman en su discurso al
recoger el Premio en Asturias, “Vivir en un mundo donde la única certeza es la
certeza de la incertidumbre, en el que estamos destinados a intentar, una y
otra vez y siempre de forma inconclusa, comprendernos a nosotros mismos y a los
demás, destinados a comunicar, con y para el otro”.
Esta vida líquida, la que impera en este momento, se ha
contrapuesto a la sociedad sólida, aquella que ofrecía seguridad, valores y contenidos y Bauman sugiere que debemos
empeñarnos en caminar hacia esa otra sociedad, la que nos ofrecía referentes e
ideales.
Dejo aquí una frase suya, que como tantos otros grandes
pensadores, esta basada en la importancia de la educación: “Si piensas en los
próximos diez años, planta un árbol. Si piensas en los próximos cien años,
educa a la gente”.
Escrito para LA VOZ DE CASTELLDEFELS
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