domingo, 24 de febrero de 2019

PEOR QUE UN JARRÓN CHINO

El expresidente del gobierno, Felipe Gónzalez, hizo famosa aquella reflexión en la que afirmaba que los expresidentes son como jarrones chinos en apartamentos pequeños: todos les suponen un gran valor, pero nadie sabe donde ponerlos y se espera que algún niño tropiece con ellos y los rompa.
La reflexión es ingeniosa y más de uno de nosotros ha pensado en alguna ocasión que razón no le faltaba a González, pero, ¡ay, cuando a los jarrones chinos se les acumulan los años y van resquebrajándose de per sé sin necesidad de que ningún niño pase por su lado y los rompa!
No seremos nosotros los que demos o no demos carnets de jarrón chino a nadie y menos osaremos  pedir silencio a ningún ex, por estar ellos y ellas más bregados y con mayor capacidad intelectual que la nuestra, pero en ocasiones ganas no nos faltan.
Cuando oímos lo que a nuestro entender son estulticias y nos dan ganas de bajarnos del tranvía en el que hemos viajado con el ex, la cosa empieza a ponerse peligrosa, porque nos aterra que aunque el conductor ha cambiado, al ex le de por opinar sobre cómo va conduciendo, lo distraigamos y pasemos todos los pasajeros a mejor vida.
El President Montilla dijo hace muchos años, en una conversación informal: Espero que cuando empiece a decir tonterías los amigos me adviertan. Por suerte, y a pesar de ser un ex, todavía le rigen bien las neuronas.
Otra cosa parece lo que le sucede a los González, Guerra y Aznar en ciertas ocasiones. Y mucho peor, cuando el ex quiere volver a ser Presidente sin serlo y maneja todos los hilos del sustituto cual marioneta.
En fin, que bastante lío tenemos ya como para que en el asunto catalán, que nos trae y nos lleva, se metan los jarrones, con lo grandes que son, a interrumpir el paso ¿Habrá algo peor que un jarrón chino resquebrajado?

Escrito para CLUB CÒRTUM

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